Sr. Director:

Son dos telas distintas: una se conserva en la catedral de Turín (Italia); la otra, en la catedral de Oviedo.

Hay toda una corriente que considera que en ambos casos se trata de tejidos del siglo I que pudieron envolver el cuerpo muerto de Jesucristo.

La gran tela de Turín, la Sábana Santa, habría cubierto todo su cuerpo como una mortaja. El paño de Oviedo, más pequeño, habría tapado su cara. Al parecer, primero se usó el paño de Oviedo en el rostro del cadáver, y después la gran sábana que hoy está en Turín. Seguir leyendo en Religión en Libertad.