Sr. Director:

La reciente aprobación de la mal llamada "Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo" (digo mal llamada, pues debería llamarse "Ley del Infanticidio") en Argentina es una verdadera monstruosidad. Me parece oportuno dejar bien en claro que todos y cada uno de los diputados y senadores argentinos que dieron su voto positivo, abstención o estuvieron ausentes sin que hubiera motivos de salud (al nivel de una internación hospitalaria seria), se encuentran en situación de pecado mortal gravísima. Esto quiere decir que si no se arrepienten de su pecado y hacen lo posible para deshacer el daño que han causado, VAN A ARDER EN EL INFIERNO POR TODA LA ETERNIDAD.

Me gustaría expresarlo de otra forma para que quede todavía mas claro. Los diputados y senadores argentinos que han votado a favor de la antedicha ley o se han abstenido de no emitir un voto negativo VAN A IR DERECHOS AL INFIERNO APENAS MUERAN A MENOS QUE SE ARREPIENTAN Y DESHAGAN EL DAÑO QUE HAN CAUSADO. Cuando Jesús habla del fuego del infierno no lo hace en sentido metafórico. El fuego del infierno es, de hecho, fuego. Es un fuego que arde a trillones de grados y consume el cuerpo y el alma del condenado, por dentro y por fuera. A diferencia del fuego que conocemos, que solo quema la superficie del cuerpo, el fuego del infierno calienta todos los órganos internos del condenado hasta poner el cuerpo de color blanco incandescente. Y lo mas terrorifico es que no incinera, luego el condenado sufre un dolor incesante y eterno de una intensidad infinitamente superior al dolor más fuerte que una persona podría experimentar en vida.

Lo mejor que podemos hacer los cristianos hispanoparlantes es rezar por los diputados y senadores argentinos y recordarles el destino final de sus almas si no se arrepienten y no dan marcha atrás. Es mejor que lloren y se aterroricen de miedo por unas semanas a que transcurran toda la eternidad en el infierno. Advertirles el lugar al cual se dirigen a toda velocidad es un verdadero acto de caridad. Es justamente porque deseamos que no sufran este fatal destino que les advertimos.