Sr. Director:

Claro que lo que no se ha conseguido con las listas de los partidos en los diferentes comicios -se conoce al primero de la lista y, en el mejor de los casos, a dos o tres más- no se va a lograr en el ámbito de la formación de un gobierno, porque el mayor obstáculo reside en las luchas internas de los partidos, que si ya son encarnizadas para ocupar puestos seguros de salida en las elecciones al Congreso, a las autonomías o a los ayuntamientos, mucho más lo son en el reparto de las poltronas ministeriales, batalla en la que además de las ambiciones personales cuentan los intereses de las distintas facciones o de los propios partidos si se trata de un gobierno de coalición.

Con un “gobierno en la sombra”, además de proporcionar una mayor información a quienes han de votar, se evitaría que personajes como Illa en Sanidad, Castells en Universidades, González en exteriores, Marlaska en Interior o Garzón en no sé sabe qué ministerio (por poner algunos ejemplos) llegaran a ocupar carteras para las que la naturaleza, a la vista está, no les ha dotado de luces ni conocimiento alguno, con el añadido del consiguiente deterioro de la cosa pública.