Sr. Director: Según las notas que el Instituto Nacional de Estadística suele publicar antes de los diversos comicios, el 16 de noviembre de 2003 podrían haber votado en las elecciones al Parlamento de Cataluña 5.305.935 electores: 5.205.915 residentes en esa Comunidad Autónoma y 100.020 en el extranjero. Las cifras, doce años, después eran ligeramente superiores: 5.510.713 electores, 5.315.180 residentes y 195.533 en el extranjero. Al margen de otras consideraciones, reflejan declive demográfico, así como la ausencia de una política familiar adecuada. En esto, por desgracia, Cataluña está en línea con el resto de España, así como de los países del entorno. Lo recordaba un destacado sociólogo italiano, Pierpaolo Donati, en antevísperas de la celebración de la III Conferencia Nacional para las Familias en Roma, convocada por el gobierno de la nación. Ordinario de la universidad de Bolonia, fue uno de los autores del Plan Nacional para la Familia propuesto en 2012 por el Observatorio Nacional sobre la familia y aprobado por el gobierno de Mario Monti, en junio de 2012. Una de sus tesis es que las políticas sociales no se preocupan por las familias, sino por los individuos. Por otra parte, la actual coyuntura italiana no es favorable, porque a la legislatura le quedan como mucho, seis meses de vida, y los parlamentarios tienen asuntos pendientes complejos: no parece fácil llegar en tan corto tiempo a un verdadero programa nacional y poner en marcha su aplicación. Pero sería indispensable, habida cuenta del empobrecimiento y fragmentación de las familias. El individualismo debilita el tejido social, porque reduce progresivamente el capital social, que sólo los hogares pueden generar. Xus Madrid