Sr. Director:

Las opiniones de los sesudos analistas electorales pueden sonar a broma cuando analizan los resultados «interpretando» la supuesta voluntad manifestada por los electores. Así por ejemplo, cuando entre el partido Popular y el partido Socialista surge un partido Ciudadanos, enseguida nos dirán que los votantes han querido que éste se constituya en bisagra y árbitro de los otros dos. Y si también aparece un partido Vox, las conjeturas fantasiosas de los expertos pueden dispararse hacia teorías de lo más creativas. Pero lo cierto y real es que cada cual vota al partido que menos le incomoda o que más disgusta al adversario; y lo que nunca tiene lugar es un consenso previo entre los electores, buscando producir el efecto que a posteriori interpretarán nuestros sesudos politólogos. Mas en cualquier caso, cuando verdaderamente se riza el rizo, es cuando analizan los resultados bajo la influencia de la simpatía que les suscite el diferente color político de los electos. Si los elegidos pertenecen a los partidos P, S ó C, nada hay que objetar; pero si son del antipático partido V, se les despreciará como si hubieran brotado de un temible agujero negro. Interesadamente olvidan que fue el mismo pueblo soberano que eligió a los otros, el que a éstos eligió; y por eso debieran ser tratados tan dignamente al menos como aquéllos.  

 

Miguel Ángel Loma