Sr. Director:

Algo parecido a una ley histórica nos dice que Europa, y por añadidura Occidente, necesita una amenaza externa para cerrar filas y dejar a un lado sus divisiones internas. Algo así escenificó el encuentro entre el presidente Biden y los líderes europeos. No es solo que se recupere la sintonía deteriorada durante la presidencia de Donald Trump. Desde mucho antes, especialmente desde tiempos de Obama, la alianza trasatlántica venía debilitándose por la disparidad de intereses. ¿Qué ha cambiado ahora? Que Biden ha asumido el giro de su predecesor a las relaciones con China, pero le ha dado a esa política una consistencia que hasta ahora se echaba en falta. Por eso extiende esa misma línea hacia Rusia, potencia declinante, pero que conserva un considerable poder desestabilizador.