Sr. Director: Al cumplirse diez años de la aprobación de la mal llamada ley del matrimonio homosexual, cabe recordar, contra lo que algunos han dicho, que la Iglesia no impuso nada. Ni quería ni podía hacerlo. Solo habló con libertad, como hoy lo sigue haciendo, y recordó la propuesta del verdadero matrimonio. Millones de personas, también en España, la conocen, la siguen y la convierten en testimonio de vida. Siempre haciéndolo con el respeto, la comprensión y la atención que toda persona merece, especialmente el que piensa y actúa de manera diferente. Pero también alzando la voz cuando la ocasión lo merece, aunque eso suponga ir contracorriente, y recordarle al mundo que la ley no es la única palabra. Valentín Abelenda