Sr. Director:

Un estudio de la Universidad de Stanford se acercó al tema de la interacción entre niños y ancianos en esos sitios, centros mixtos (guarderías-residencias) y concluyó que el beneficio es bidireccional: mientras los adultos mayores contribuyen al bienestar de los jóvenes al ayudarlos a desarrollar competencias necesarias para su desarrollo, cultivan su propia autoestima y el sentido de contar con un propósito en la vida.

Según la investigación, los niños que han participado de estos programas presentan, como resultado, habilidades cognitivas y motoras más señaladas que quienes se han mantenido al margen, y además, muestran más sensibilidad hacia otras personas. De hecho, una madre contaba a los expertos que notaba a su hija "más empática que lo normal a su edad". Los mayores pueden ayudar a los más jóvenes a solventar disputas y a mirar al bien mayor.

La doctora Laura Carstensen, quien lideró el estudio, menciona, entre las competencias que puede desarrollar la interacción de los niños con los adultos mayores, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la conexión social y el aprender a fijarse objetivos.

Carstensen señala que hay un plus de beneficios para aquellos niños que, además del apoyo de sus padres, han contado en su educación con el de personas mayores, quienes, a su vez, cuando aparcan sus dolencias y se sientan con los pequeños a jugar o a enseñarles, con paciencia infinita, tal o cual habilidad, ven disminuir su sensación de soledad y experimentan menores niveles de ansiedad y mejorías de su salud.