Sr. Director:

Como Ábalos siempre habla entre dientes, vocaliza poco y su tono es más bien lúgubre y despectivo y de antiguo maestro con palmeta, cuando quiere ser más explícito y hasta defender lo indefendible se le entiende más y mejor y, entonces, se queda con las vergüenzas de sus propios razonamientos al aire.

Cuentan los historiadores que lo que llevó a Pedro IV de Aragón, también llamado el Ceremonioso, a ordenar que se escribiera la crónica de su reinado, por tierras de Aragón, Valencia y Cataluña, fue el afán por justificar algunos desmanes de su política.

Ábalos, con esto de la ceremonia de la confusión, ha confundido realidad con la ficción, ha confundido los tiempos, los delitos, los tribunales y hasta las personas de los presuntos. O sea que nos quiere confundir a todos.

Ábalos, valenciano él, se ha creído en la obligación de justificar las sentencias de los EREs y alejarlas lo más posible de su jefe y de su partido y lo ha justificado hablando de ceremonia de la confusión de la derecha.