Sr. Director: Desde que Artur Mas entró en la Generalitat estamos instalados en Cataluña en una constante tensión política y una peligrosa agitación de las emociones. Quienes ocupan el poder político hacen oídos sordos a los avisos razonados de instituciones, empresas y líderes internacionales sobre las consecuencias de una secesión ilegal. Parece que Mas y compañía están obsesionados por conseguir a cualquier precio su "estado propio", es decir, bajo su control. Con su justicia, su policía y su hacienda propias, todo dominado por ellos, aunque comporte la fractura de la sociedad y se perjudique a los ciudadanos. Tal como indican muchos expertos, la secesión sería probablemente mala para la gente de a pie pero un gran negocio para la actual clase política catalana que se quedaría con el control absoluto de Cataluña. Quizá por eso la desean tanto. Francisco Gombau