"Mientras dure el encierro" es el título de una serie de podcast que publicará EL ESPAÑOL hasta que se levante el estado de alarma. En cada episodio, el entrevistado escapará virtualmente de su habitación y romperá el aislamiento.

Vamos con Manuela Carmena. La exalcaldesa de Madrid se levanta a eso de las siete y media. Ha inventado unas magdalenas pequeñitas para acompañar el café, pero algo ha fallado. Saben… demasiado fuertes. Le dará una vuelta. Sube al despacho. Escribe, corrige. Escribe, corrige. Acaba de zambullirse en la ficción. Por primera vez. Pronto publicará un libro de cuentos -niños, preparaos para la aventura-. En la portada, pondrá: Manuela Carmena. Y un título… todavía por conocer.

A las ocho, cuando aplaude , intercambia con sus vecinos, a través del patio y con la debida precaución, varios tipos de dulce. Casi tantos como fuerzas políticas formaron su gobierno: torrijas, huevos de pascua, bizcochos, galletas… Luego camina por su casa hasta romper a sudar. Religiosamente. Todos los días.

Dice sentirse orgullosa del consenso que ha unido a las distintas fuerzas en el Ayuntamiento de Madrid. Alza la voz para exigir un pacto a nivel nacional. Pide a Moncloa y a la oposición que no piensen en ganar votos, sino en salir de esta crisis.

Ahora que ha pasado el tiempo, desvela que nunca tuvo interés en formar parte del Gobierno. Carmena, que a veces parecía más del PSOE que los propios concejales del PSOE, insiste en que lo suyo con Sánchez no fue ni siquiera el sueño de una noche de verano. Tampoco una tentación. Asegura… que no hubo oferta.

Pasen, pasen. La cocina es grande. Además, está conectada con el salón. Tomen asiento. Aprenderemos dos recetas: la de las famosas magdalenas y la de cocinar un Gobierno con comunistas, municipalistas, socialistas, independientes, pablistas y errejonistas… que no vuele por los aires. Nos encerramos con Manuela Carmena. Con sus ilusiones, sus nostalgias y su conciencia.