Nuestra clase política es patética. Despedida del presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy Brey, a las tropas. Es decir, a los deportistas españoles que se marchan a Río. Los anima asegurando que España es un gran país que siempre estará apoyándoles y concluye con una frase marmórea, aunque un pelín tautológica: "Una nación como España, que está llena de españoles". Y así es, en verdad, España, a pesar de los inmigrantes y turistas que nos visitan, continúa llena de españoles. Esto ocurría por la mañana. Por la tarde, el lío fue conceptual, no retórico. De hecho, algunos aún no sabemos si Rajoy se presentara a la investidura o al Gobierno, o a ninguna de las dos cosas. Tampoco sabemos el programa con el que se propone y a que está dispuesto a ceder, pero eso tampoco es importante: Rajoy no cree en nada. Bueno, cree en la unidad de España, pero es que si no creyera en ella no podría continuar ejerciendo como presidente de España, si ustedes me entienden. Tenemos que acostumbrarnos a un presidente gallego también podría acostumbrarse él a sus súbditos. Así, éstos, nosotros, le entenderíamos. Esta vez no le ha entendido ni la gallega presidenta del Congreso, Ana Pastor. Hispanidad redaccion@hispanidad.com