Tenía 16 años. La joven publicó una encuesta en su cuenta de Instagram con el siguiente mensaje: "Muy importante, ayúdame a elegir". Entre las opciones, "D" o "L", es decir, die -morir- o live -vivir-. De sus seguidores, un 69% eligió la primera opción. Horas más tarde, aparecía el cuerpo de la adolescente, que habría saltado por la ventana. La aplicación ha enviado sus condolencias a la familia. 

En febrero Instagram, comprada por el genio y figura Mark Zuckerberg, tuvo que pasar por un episodio similar. Otra adolescente, de 14 años, se suicidó y sus padres alegaron que el contenido que se publicaba en la red impulsó a la joven a cometer dicho acto. La aplicación reaccionó aplicando una medida que avisa de contenido sensible en cierto tipo de publicaciones, como por ejemplo las que muestran autolesiones.

Y es que cada vez que alguna de las aplicaciones de Zuckerberg mete la pata, al genio se le ocurre alguna nueva medida -no muy efectiva- para luchar contra el terrorismo, los delitos de odio o el feminismo... todo sea por mejorar su imagen.