Hemos perdido la costumbre de dar las gracias, así que sospecho -el lenguaje refleja mejor el espíritu de una persona que el rostro- que nos hemos vuelto un tanto ingratos o un tanto soberbios, y por ello suponemos que no le debemos nada a nadie.

La verdad es que debemos hasta la propia vida, que nos fue regalada sin nosotros solicitarla desde la nada. 

La existencia humana puede resumirse en dos palabras: perdón y gracias. 
También en el plano intelectual porque, como recordara Chesterton, “la primera forma de pensamiento es el agradecimiento”.