Por fin, habrá elecciones en Andalucía el 22 de marzo. Susana Díaz (en la imagen), la presidenta del Gobierno autónomo, dice que todo lo hace por los andaluces pero no está claro por qué andaluces lo hace. Adelantar las elecciones significa romper con Izquierda Unida, soñar con un triunfo en las elecciones de marzo y, probablemente, presentarse a las primarias de junio en el PSOE.

O, mejor, forzar la salida de un atribulado Pedro Sánchez para que el Partido le aclame como candidata única a la Moncloa. Como Garzón en IU, candidatura única con el 101% de los votos.

Díaz se considera a sí misma como la única socialista capaz de recuperar el voto centrista del PSOE que el muy progre Sánchez se ha cargado en seis meses. Pero nada hay más peligroso que un centrista, porque nadie sabe qué narices es el centrismo.

En cualquier caso, Díaz asegura a sus próximos, por ejemplo a Felipe González, que el PSOE debe centrarse porque de otra forma será fagocitado por Podemos y el PSOE acabará como el Pasok frente a Syriza.

Pues muy bien, pero que conste que Díaz está utilizando a Andalucía para llegar a Madrid. La prueba es que si te presentas a unas elecciones es porque quieres gobernar Andalucía durante cuatro años.

Y cuidado, doña Susana, porque el cabreo nacional es lo que ha llevado a los neocomunistas de Pablo Iglesias a su triunfo demoscópico por el enfado de Juan Español con la oposición, pero, en ese estado de cabreo, la gente no sólo arremete contra los partidos tradicionales: también arremete contra los/las oportunistas.

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