La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, aparece poco y habla menos. Nadie le quiere, ni en el partido ni en el Gobierno, así que ha decidido ocultarse hasta que amaine el temporal. Ella vende su tarea con el separatismo catalán como un éxito pero no parece que otros piensen así. Hispanidad redaccion@hispanidad.com