Simone Veil fue la mujer que introdujo el aborto en Francia. Situarla ahora como una campeona de los derechos humanos resulta una perversión que algunos no estamos dispuestos a admitir. Por el bien de nuestra alma y de nuestro sentido común, pero, antes que eso, por el bien de nuestra salud mental. Porque pervertir el pasado supone pervertir el presente.