Es cierto que a Vladimir Putin se le estima tanto en Rusia como se le odia fuera de ella. No obstante, Putin debe irse. El poder absoluto corrompe de forma absoluta pero el poder permanente es peor: corrompe de forma permanente. Además, ha jugado con su ser como primer ministro y su ser como presidente demasiado tiempo. Pero tampoco se fíen de la prensa occidental: le odia tanto como le admiran sus eslavos ciudadanos (¿O súbditos?). Hispanidad redaccion@hispanidad.com