Decíamos ayer martes que el presidente de la Comisión Nacional de Mercado y de la Competencia (CNMC) se equivocará si aplica la regla de oro de los nuevos organismos reguladores de la competencia. Es verdad, el objetivo final de la libre concurrencia es doble: el mejor servicio para el cliente y evitar que el proveedor grande se coma al pequeño. Lo de las cuotas de mercado según empresas es secundario, no vaya a ser que pasemos del monopolio al duopolio, casi peor que aquel porque provoca un espejismo de concurrencia.

Ahora bien, dicho esto, Repsol se ha equivocado al recusar al Presidente y Marín Quemada (en la imagen) ha hecho bien imponiendo una multas duras a las grandes petroleras por no bajar los precios lo suficiente.

Quemada ha dado un golpe de autoridad y la recusación ha quedado en nada. No deberían las grandes empresas recusar a los organismos reguladores. Y tampoco deberían aprovecharse de los enfrentamientos internos en el Gobierno Rajoy, a cuenta de la CNMC.

Por cierto, menudo papelón el del CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, recusando a la consejera de la CNMC, y ex vicelehendakari del Gobierno vasco -gobierno que él presidió- doña Idoia Zenarruzabeitia.


La gran familia peneuvista, oh sí.

Hispanidad

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