Harry y Meghan, príncipe de Inglaterra y esposa, quieren que su hijo nonato resulte de sexo fluido que no se qué significa pero puedo imaginármelo: hoy una cosa mañana otra. 

Curiosamente, como nos recuerda un lector de Hispanidad, ni Meghan ni Harry han pensado, ni por un momento, en hacer fluido, ligero, transitorio, su estatus de miembro de la familia real, a la que los ciudadanos británicos financian su honorable vida.

Eso jamás: el sexo puede ser fluido pero su estatus real es firme, muy firme, pétreo, sólido, inamovible e incombustible.

Lo cierto es que el sexo no es ni fluido, ni ligero, ni cambiante: es el que es. O se nace con genitales masculinos o se nace con genitales femeninos. En ambos casos poco fluidos. Otra cosa sería la famosa "orientación sexual" en la que no vamos a entrar para no cansar al lector.

Pero sexo, lo que se dice sexo, o masculino o femenino. Con una única excepción, los hermafroditas.

Aquí lo único fluido es el cerebro del Príncipe Harry