Pedro José Ramírez (en la imagen) es un periodista objetivo. Él no juzga, sólo relata. Lo que significa que propina las bofetadas mirando hacia otro lado. El problema  del periodismo objetivo es que resulta irracional y, sobre todo, muy poco razonable. O sea, una hipocresía de mucho cuidado. Porque claro, resulta que el ser racional, conocido como ser humano, es el que hace juicios de valor, juicios morales. Y cuando no los hace puede ser por dos razones: o es bobo o intenta dar gato por libre. Los hechos: Pedro J. Ramírez publica en El Español, así sin anestesia, que Bernad, el chico de Manos Limpias, iba a interponer una querella contra Ana Botín por matar a su padre para hacerse con la Presidencia del Santander. Había llegado al sindicato por un anónimo. Y claro, entonces Luis Pineda -a lo peor, el autor del anónimo que no era tan anónimo- se ofrece al Santander a mediar, por un módico precio, para que su amigo Bernad retirara la querella. Pero hoy no quiero hablar de los pillos encarcelados (por cierto, si ha sido a instancia del presidente del BBVA como se rumorea por Madrid, ¡que viva GF!) sino de El Español, que publica la noticia sin hacer juicios de valor. Verás, Ramírez, hay cosas que no se deben publicar aunque sean ciertas. La presente noticia está en el límite de lo permisible. En cualquier caso, dado que decidiste publicarla, deberías haber aclarado, a renglón seguido, o en el reglón previo, que es propio de presuntos miserables hacer presuntos chantajes con el presunto asesinato de Emilio Botín a manos de su hija y sucesora, Ana Patricia. De otra forma, te conviertes en cómplice de tan severa injuria… querido Pedro José. Y esto, aunque hubiera vulnerado su sacrosanta objetividad. Hispanidad redaccion@hispanidad.com