En breve Stalinito, es decir, Pablo Iglesias, no va a necesitar ni de Ramón Espinar ni de Irene Montero, sus dos tiralevitas favoritos. Ahora ha enviado al Gulag a Dante Fachín (sí, perdón, que así se llama), su hombre en Cataluña, que ni ha querido hacer autocrítica ni ha querido comer setas. Pablo Iglesias, grita: ¡Dejadme solo! Bueno, con Monedero en el palco de liberados. Hispanidad redaccion@hispanidad.com