La altanería del presidente norteamericano, Barack Obama (en la imagen), hace bueno aquello de que el hombre más poderoso del mundo sólo acierta cuando se equivoca. En el G-20 se ha negado, esnobismo obliga, a darle la razón al ruso Vladimir Putin pero los hechos son tercos y Obama sigue la estela de Putin sin reconocerlo. Por ejemplo, por vez primera ha puesto un pero al segundo ciudadano menos recomendable del conflicto sirio (Desde pues del ISIS) que es Erdogan. Al tirano turco le importa poco para la guerra en Siria y acabar con el Daesh, lo que le importa es acabar con el pueblo kurdo, que es, precisamente, quien más ha hecho frente, desde el comienzo, al Estado Islámico. También está cayendo en la cuenta de que la paz no es posible son Bashar Al-Asad, aunque sea para darle una salida digna. Pero no puede reconocerlo, caro está. La soberbia es muy puñetera. Hispanidad redaccion@hispanidad.com