Nadie decide si nace blanco o negro y lo de George Floyd se ha convertido en un pandemonio global verdaderamente absurdo que ofende -lo primeros- a los negros con sentido común.

Pero es que, encima, el movimiento tiene todas los tintes de estarse convirtiendo en un credo que es una burla del cristianismo y que, encima, resulta especialmente idiota.

Como alguien dijo: yo solo me arrodillo ante Dios. Además, todo esto resutla un pelín masoca: ¿Para amigarme con alguien tengo que fregarle los pies? El masoquismo es la degeneración del amor.