Uno desafía, a favor de la libertad de navegación y el otro, comunista, quiere dominar más que el nombre en el Mar de China. Hasta ahora -bueno, desde la llegada de Trump a la Casa Blanca-, la Marina de EEUU no había lanzado ningún envite en la zona meridional del Mar de China. En esa región, considerada estratégica, Pekín está construyendo islas artificiales e instalaciones militares sin otro fin que limitar la libertad de navegación. Eso, a EEUU, naturalmente, no le gusta un pelo, entre otras cosas por el control que pretende sobre un territorio más amplio en la que hay en juego intereses ocultos. De hecho, desde ahí es desde donde mejor se puede intervenir en Taiwán. Y por esas razones, EEUU ha enviado, este jueves, un buque de guerra de la Armada a uno de esos islotes, aunque respetando las 12 millones de distancia que marca la convención de la ONU. Diplomacia manda. No deja de ser una advertencia de Washington a China, que enfadará a Pekín, pero que es en defensa de lo que el régimen quiere negar: la libertad de navegación. El único problema es lo que pueda cortocircuitar el gesto en un momento en el EEUU quiera la cooperación china para detener al loco norcoreano y su amenazadas nucleares semana sí semana también. Hispanidad redaccion@hispanidad.com