Hace quince días se rompió la planta de tratamiento del acueducto capitalino, Tuy II, dejando a los caraqueños sedientos por la falta de agua. Para compensar la escasez el régimen compró 250 camiones cisternas chinos que comenzaron hoy a abastecer a la ciudad de más de cuatro millones de habitantes. Lo que preocupa a los venezolanos es que el régimen en lugar de invertir en el mantenimiento del acueducto y cuidar de sus embalses prefiere comprar camiones a China para improvisar la emergencia y no enfrentar el problema con soluciones estructurales y duraderas.

Desde hace unos dos años la capital venezolana sufre de racionamiento de agua con un suministro de un día a la semana o cada quince días como el resto del país, pero ahora llegó al colapso porque la avería tardará más de un mes en repararse, en el mejor de los casos y en el peor varios meses.

A la crisis de agua se suman la falta de gasolina, de electricidad, de butano en bombonas, de internet y telefonía. Las riñas que se presentan en las colas por un poco de agua han dejado varios heridos. Y las de gasolina se han saldado con dos fallecidos que han sido arrollados por los conductores desesperados. Al colapso de los servicios también se unirá la falta de gas directo residencial e industrial.

A través de su cuenta de twitter el director ejecutivo de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela, Eudis Girot advirtió que el sistema de distribución de gas colapsará en los próximos días, pese a que Venezuela es el país con una de las mayores reservas del mundo, algo de lo que se jactaba Nicolás Maduro. La debacle de la estatal Petróleos de Venezuela no termina. Tras la caída de la producción a niveles mínimos históricos, el endeudamiento, la pérdida de prestigio internacional y la escasez de gasolina también se sumará la carestía de gas. «Planta de fraccionamiento criogénico José (norte de Anzoátegui) que surte gas doméstico a todo el país está paralizada. Largas colas de camiones para cargar combustible. Se recomienda al pueblo uso racional del gas. Situación dramática, plantas de extracción operan al mínimo», escribió Eudis Girot.