El dictador cubano, Raúl Castro, se entrevista con el Papa Francisco en el Vaticano y nos hace una solemne promesa, a fuer de condicional: si el Papa Francisco sigue en su línea, a lo mejor vuelve a rezar. Lo mismo que el recluta: que se fastidie el sargento que no me como el rancho, sólo que en condicional. Lo que Castro, eximio teólogo, le estaba diciendo al Señor de Cielos y Tierra es lo siguiente: si tu representante sigue comportándose como yo quiero a lo mejor te elevo mis preces. Pero si no… El bello detalle del hermano de Fidel me recordó aquello del teólogo Leonardo Boff, quien puso unas condiciones al Vaticano para regresar a la Iglesia, entre otras, que bendijera su 'arrejuntamiento' con una ex monja. Y si el Vaticano cedía, oiga usted, él, hombre tolerante, de mente abierta, estaba dispuesto a volver a la Iglesia. Porque el asunto es ese: Castro y Boff lo hacen por el bien de la Iglesia pero, naturalmente, deben poner sus condiciones. La verdad es que son gente tan, tan santa, que a los cristianos nos haría muy felices contemplar como vuelven al redil, aunque sea de la misma forma que, decía Benedicto XVI, regresan algunas ovejas de hoy: lanzando dentelladas al cuello del Buen Pastor. Les va a sorprender pero no es Cristo quien necesita de las plegarias de los hermanos Castro sino los hermanos Castro quienes necesitan de Dios. Sólo que ellos no lo saben. Hispanidad redaccion@hispanidad.com