La gota que colma el vaso de la última impertinencia nacionalista es dar a la ikurriña una carta de naturaleza que no tiene. Y además, que los navarros digieran un imposible: que Navarra sea una cosa que no es, el País Vasco. El cuatripartito que gobierna Navarra tiene un problema, básicamente: se le ve tanto el plumero que se ha quedado hasta sin plumero. Todo vale a su presidenta menguante, Uxue Barkos, para mantener esa insólita coalición que nace y crece con la apetencia de fundir el antiguo reino navarro en el invento nacionalista vasco del XIX. Y claro, cíclicamente, la cosa revienta. Esa es la razón de que el sábado salieran a las calles de Pamplona más de 30.000 navarros para defender algo que no necesitaría -en teoría y práctica- defensa alguna: su propia bandera, uno de los tres símbolos -con el escudo y el himno- que les unen, dentro y fuera de la pequeña comunidad foral (no llega a 650.000 habitantes). La gota que ha colmado el vaso ha sido la nueva Ley de Símbolos, un intento más del plumero nacionalista, con doble fin: que la bandera del País Vasco (la ikurriña) ondee en los ayuntamientos navarros -se verá, por ejemplo, en los próximos Sanfermines- y de paso, abundar en esa perseverante e inútil política de conquista -ingeniería social, vaya- para que los navarros digieran un imposible: que Navarra sea una cosa que no es, el País Vasco. El lema elegido ha sido suave, en fin, "Defendamos la bandera de Navarra. Gurea Defenda Dezagun" -en las dos lenguas de Navarra-, pero esconde un grito a viva voz: déjennos en paz, señores, basta ya. "Pro libertate patria gens libera estate", ese lema medieval, de los Infanzones de Obanos, no forma parte de ningún imaginario (el vasco se presta mucho a ello). Es una parte viva de la arquitectura institucional del Viejo Reino contra caprichos coyunturales. En la manifestación estuvieron representados todas los partidos navarros, salvo los nacionalistas (un tercio de los votos cuando acuden en solitario) y de esa extrema izquierda que ha olvidado su vocación internacionalista, la misma del "cuanto peor, mejor" (Lenin). Sorprendentemente, la reacción del portavoz del Gobierno foral, María Solana, ha sido que todavía no comprende las razones de la manifestación. Lo dicho, insólito. Hispanidad redaccion@hispanidad.com