Al quebranto de los venezolanos, que ya tienen lo suyo con aguantar un régimen que lesa plasta a diario, se ha unido un fuerte terremoto de una magnitud 7,3 en la costa norte del país. Afortunadamente, de momento, no hay muertos, pero sí fallas estructurales en edificios, que llegaron a inclinarse un 25%. En menor medida, ha afectado también a Colombia y el Caribe.

Todo ello, mientras el ciudadano medio sigue sin aclararse con la reconversión monetaria porque tiene su aquel que un millón de bolívares (ahora antiguos) equivalgan de repente a 10 de nuevos (“bolívares soberanos”).

Es parte del plan de ajuste de Nicolás Maduro para contener la escalada de precios, con una inflación del 100% al mes, al que seguirán medidas no menos traumáticas como nuevas subidas de impuestos.