Europa y Estados Unidos decidieron tumbar al líder libio Gadafi, que no era un santo, ciertamente, pero quien podía pasar por beato si lo comparamos con quienes le sucedieron. Los salvajes islámicos lincharon a Gadafi gracias a las bombas europeas. Los mismos desgraciados que antes de asesinar al embajador norteamericano, le sodomizaron. Ahora, el presunto gobierno democrático que creó Occidente para salir a la dictadura pide a Occidente que le proteja de los salvajes islámicos. Es el legado Obama en política internacional: la primavera árabe, un invierno frío y seco de asesinatos masivos. Hispanidad redaccion@hispanidad.com