El tinglado de la antigua farsa. Nueva escenificación sobre la gran mentira de la violencia de género. La diputada Ángeles Álvarez (en la imagen), del Grupo Parlamentario socialista, acusa al titular de Justicia, Rafael Catalá (qué carrerón lleva este hombre como ministro: hará bueno a Gallardón) de no poner medidas para que los acusados de malos tratos no interpongan denuncias contra las acusadoras de malos tratos.

¿Qué pasa, que después de soportar la ley más injusta y más feminista -una reiteración- de las últimas décadas -la ley contra la Violencia de Género- encima el varón no puede denunciar a la mujer en legítima defensa?

Cuando, además, una buena parte de las demandas por violencia de género son efectivamente, falsas. A la propia Álvarez se la ve el plumero cuando denuncia que hay juzgados donde se archivan un 90% de las demandas por maltrato. ¿Por qué será? A lo mejor porque son falsas. Y conste que la mayoría de los juzgados que tratan esta cuestión están en manos de juezas, no de jueces.

Pero nuestra diputada feminista se rasga las vestiduras de nuevo y exhala: ¿Se obliga a las mujeres al despropósito de que los pequeños vean a su padre maltratador? O sea, que lo que tiene que hacer el Estado es condenar a un hombre a no ver a sus propios hijos. Claro, que llueven las denuncias contra las mujeres miserables que no dejan a sus ex ver a sus hijos. Y más que las demandas deberían llover las condenas. ¿Qué está diciendo la diputada Álvarez? ¿Que la mujer tiene patente de corso para no cumplir las sentencias y que encima el perjudicado debe ver conculcado su derecho a reclamar dicho cumplimiento? Al parecer sí.

¿Y qué hizo el ministro Catalá? Pues asegurar que hace todo lo posible para luchar contra el terrorismo machita. Dí que sí, Lionel.

Hispanidad

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