Entre los líderes internacionales de hoy los hay tontos, muy tontos y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Justin, mientras Lolito Macron no le supere, mantiene la medalla de oro de la necedad. No hablamos de un simple tonto de baba, tampoco de un tonto integral, ni tan siquiera de un tonto esférico. No, Trudeau (en la imagen junto al Papa) alcanza con creces la categoría de tonto 'macizo', medalla de oro en el universo de los necios. Quizás por ello, ha exigido al Papa Francisco, en el trascurso de una visita al Vaticano, que viaja a Canadá a disculparse por los abusos a los niños indígenas. Corre Justin detrás del tópico, bajo la genial calumnia global que identifica  a los sacerdotes con pederastas, y que excluye de un plumazo toda la labor del clero por defender a los indígenas -niños y grandes-, en todo el continente americano, de las cabronadas de los ancestros laicos del señor Trudeau. Ahora deseamos que en su próxima entrevista de Estado, con, por ejemplo, el líder chino Xi Jinping, nuestro tonto macizo exija a los chinos que pidan disculpas por los campos de reeducación y por el mayor genocidio de la era moderna, el de Mao Tse Tung. No lo hará: don Justin nunca se ha caracterizado por su valentía. Sólo ofende a quien sabe que no le va a responder con mala leche. Hispanidad redaccion@hispanidad.com