Donde dije digo, digo Diego. Eso lo que le está pasando al Gobierno con política migratoria. No sólo con los giros que da entre barco y barco cargado de inmigrantes, sino también, por ejemplo, con las concertinas que colocó Zapatero en 2005 en las vallas de Ceuta y Melilla para contener a los subsaharianos sin papeles.

Al ministro de Interior, Grande Marlaska, inequívoco sobre la retirada de las cuchillas cortantes, le corrige ahora la secretaria de Estado de Seguridad, Ana Botella (en la imagen en su toma de posesión, con el ministro detrás) que dice, en fin, que hay otras alternativas que no implican su desaparición.

Se entiende la confusión, tras días como este miércoles en el que más de 100 inmigrantes han saltado la valla de Ceuta y herido a siete guardias civiles, con la misma fórmula que emplearon el 26 de julio otros 602: cal viva, bolas de heces y armas para cortar.

Claro, visto lo visto, a Botella no le ha quedado otra que admitir que está siendo un “verano complejo” y decir que el Gobierno trabaja codo a codo con las Fuerzas y Cuerpos del Estado, las mismas fuerzas -dicho sea- que esperan más tuits del presidente agradeciendo su labor.