Primero, no demonicéis a los inmigrantes por el hecho de ser musulmanes, pide la Generalitat. Lo que nos deja con la sospecha de que, después de todo, los chicos no son demonios: solo canallas.

Segundo, lo que ha fallado es el sistema, asegura la alcaldesa de Ada Colau, lo que nos deja con la sospecha de que los chicos no son culpables, pero el sistema no les ofrece otra posibilidad que las de violar a una chica y apuñalar a su novio. Eso sí, en discretos grupos de a 15, porque estos chicos son muy valientes.

Pues mire, no. La religión y origen -el Magreb- de estos menores, o no tan menores, sí tienen que ver con la barbaridad que han cometido.    Para muchos musulmanes cualquier mujer occidental es una prostituta. Y si alguien quiere que lo acojan en un país, no conviene comenzar violando y apuñalando.

Y no estigmatizar no puede consistir en ocultar la verdad.