No me gusta la teoría de la conspiración, sobre todo porque le tengo mucho más miedo a los consensos que a la conspiración. En cualquier caso, el asunto de la procesión en Málaga, donde se produjo una estampida por causas desconocidas da que pensar. Precisamente, al paso de una procesión de Semana Santa, mira tú, comienza una pelea callejera o alguien grita que viene un coche para arrollar al personal. Vamos a creérnoslo, porque aunque está bien fiarse, es mejor no fiarse. Sólo recordar que veinte años atrás las manifestaciones públicas de religiosidad provocaban colaboración o indiferencia. Ahora hay algunos a los que provoca irritación y mucho resentimiento (vulgo mala leche). Hispanidad redaccion@hispanidad.com