La sentencia Gurtel ha sido exagerada y está siendo manipulada: no daba para tanto. Tampoco da para que Albert Rivera se rasgue las vestiduras. Pero vivimos en una España cainita e hipócrita, de atmósfera guerracivilista.

En esta España, todo es bueno para el convento, todo sirve para arrearle al adversario. Pedro Sánchez se plantea una moción de censura por Gürtel cuando lo del PSOE con los ‘ERE’ en Andalucía suponen un trama de corrupción indeciblemente más grave que la picardía del señor Francisco Correa.

Quizás por ello nuestros políticos, todos, tienen tan poca credibilidad.