Como buenos filántropos Bill y Melinda Gates -que continúan trabajando juntos en su fundación- financian a la compañía británica Oxitec, en su proyecto para liberar millones de mosquitos modificados genéticamente. El objetivo -que, todo hay que decirlo, es positivo- es controlar la población del insecto transmisor de enfermedades como el dengue, el zika y la fiebre amarilla comienza esta semana en los Cayos de Florida.

Hasta ahí todo bien, pero si nos detenemos en los conceptos, mosquitos modificados genéticamente, llegaremos a una conclusión: una vez más el ser humano juega a ser Dios. Algo así como el investigador Juan Carlos Izpisúa quien recientemente ha mezclado células de hombre y células de mono. Los llaman quimeras y se refiere a todos los órganos que puede crear para trasplantes y otras terapias. Vamos, en lenguaje sencillo, Izpisúa juega ser Dios. Lo mismo que Bill y Melinda al utilizar el "mosquito amistoso de Oxitec", que una vez que salga de las caja donde los han colocado los investigadores, los ejemplares machos genéticamente modificados se mezclarán con la población local de su especie.

Pero, debido a un gen creado en laboratorio, las hembras surgidas del cruce de esos machos con las hembras "naturales", que son las que transmiten las enfermedades, no podrán sobrevivir y de esa manera se podrá controlar la población de Aedes aegypti.

Esperemos no asistir a una nueva entrega de Los Gremlins con el bueno -'Gizmo' y el malo -'Stripe'- pero en versión insecto.