Muy valiente, el Papa Francisco, al viajar a Kenia, Uganda y República Centroafricana. Es para aplaudir. Como buen hombre de Dios, no tiene miedo. ¡Bien por Francisco! Otra cosa es su primer mensaje en tierras africanas, que los medios -aunque el razonamiento papal es algo más complejo-: el terrorismo nace de la pobreza.  ¿Seguro? Tal parece que no es así. Más correcto sería afirmar que el terrorista no se gesta en la pobreza, sino en el desamor y en el abandono de Cristo. La prueba es que muchos terroristas del Estado Islámico salen de la rica Europa, de la que se aprovechan pero a la que odian, y Bin Laden era un multimillonario saudí. Quizá lo más inquietante sea la idea de fondo. Porque reducir todos los problemas de la humanidad a la pobreza (que es, en efecto, un problema grave) supone dos peligros: 1.- Olvidar que la pobreza es consecuencia, no causa, de la inmoralidad. 2.- Reducir el mundo sobrenatural y la Iglesia a un Estado providente o una ONG. Y la iglesia no es ni una ONG ni es un Gobierno… aunque se llame Estado de la Ciudad del Vaticano. Es más, como ONG la Iglesia es bastante mala. Como Estado, aún peor. No es su función. Hispanidad redaccion@hispanidad.com