Ante la amenaza del coronavirus, el monarca tailandés ha optado por aislarse del mundo reservando un hotel entero en el sur de Alemania para uso y disfrute de él y su corte, que incluye una veintena de concubinas -curioso confinamiento en compañía-.

Esta noticia se hizo pública poco después de que una campaña digital contra su figura se volviera viral en las redes sociales del país. En las primeras 24 horas más de 1,2 millones de personas criticaron su gestión, empleando la etiqueta “Mi ksatriy wi thami?”, traducido como “¿Para qué queremos un rey?”. La conversación pronto se convirtió en uno de los temas más populares, a pesar de que la Corona –institución clave en la arquitectura política de Tailandia– está protegida por una ley de lesa majestad que castiga con cuantiosas multas y hasta 35 años de cárcel cualquier comentario negativo vertido en público.

El rey Vajiralongkorn, cuyo apelativo dinástico es Rama X, concluyó su coronación en diciembre del año pasado, pero ya ha dilapidado la credibilidad acumulada durante las seis décadas de reinado de su progenitor, el rey Bhumibol, quien siempre contó con la veneración de la mayoría de sus súbditos. “No eres un rey, solamente tuviste la fortuna de ser hijo de un rey”, sentenciaba un usuario en Twitter.

Una de las críticas más reiteradas entonces hacía referencia a las largas estancias del rey en el extranjero, en particular en un momento tan complicado como el actual.