La esencia de la democracia es, en principio, que el que más votos tiene, gana y, por tanto, gobierna. Sin embargo, tras el 24-M asistimos al curioso hecho de que el alcalde no es el más votado. A lo mejor es el momento de pensar en unas municipales presidencialistas, donde el alcalde sea el personaje más votado, que no la lista más votada. A fin de cuentas, el alcalde es el gobernante que más conoce la ciudadanía. No le votarán dos veces si comete errores… u horrores. Hispanidad redaccion@hispanidad.com