El problema feminista llega cuando la mujer pierde su sentido del ridículo.

Si algo pierde a la mujer es cuando pierde el sentido el ridículo y se empeña en ser el centro de atención de cuanto le rodea.

La mujer discreta, la mujer normal, es seria y encantadora, profunda y sencilla pero si se empeña en convertirse en vedete, pierde el elenco entero de virtudes que se le atribuyen. Entre otros, una inteligencia despierta.

Anda, si esto, lo de ser vedete, se parece mucho a la reclamación feminista sobre la visibilidad. Debe tratarse de una coincidencia.