47 de cada 1.000 personas entre 15 y 17 adolescentes consumen cannabis y cerca del 40% son menores de edad, entre los 15 y los 17 años, según el estudio que acaba de presentar el Plan Nacional contra las drogas, en el Ministerio de Sanidad.

Gran noticia: ya son más los menores que se apuntan a fumar porros que a fumar Fortuna, Ducados o Marlboro. Y esto es bello y gratificante, pues demuestra que a los menores les preocupa la salud.

Eso sí, la tontiprogresía imperante insiste en que es lo mismo: el porro daña la salud y el tabaco también. Pues mira, príncipe, no: no es lo mismo: el tabaco afecta al cuerpo mientras la droga aliena, es decir, afecta a la libertad individual, es decir, a la razón, es decir, al alma.

Sólo una sociedad que confunde la pureza con la higiene y la moral con la salud es capaz de no ver la diferencia entre un peligro potencial como el tabaco y un vicio alienante y adictivo como la droga.

En cualquier caso, asusta el tabaco porque te puede producir dolor en forma de cáncer de pulmón o algo así; no asusta el cannabis, que te puede robar la libertad, es decir, la razón y convertirte en un espantajo.

Al final, la obsesión de entregar al enterrador un cuerpo en perfecto estado de revista, nos está acarreando mucha confusión.

No olviden que la droga no sólo es inmoral, es que de la droga nadie sale… incluso los que parece que han salido. La libertad es recuperable, sí, pero nunca al 100 por 100.

Siempre queda la cicatriz.

Hispanidad

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