A Pablo Iglesias le puedo soportar en su neocomunismo pero no le puedo sufrir en su insufrible cursilería. El pasado fin de semana, Iglesias, profesor universitario y politólogo insigne, se refirió a la “res” pública, que supone la defensa de la república. Pues no campeón. República significa la cosa pública, precisamente por esa ‘res’ que tanto enfatizas.

Y es que la ignorancia suele ser muy atrevida.

Y además de cursi, es de una petulancia muy difícil de superar. Así, en Internet se habla acerca de sus famosas declaraciones sobre el último barómetro del CIS, pésimo para Podemos. Según Iglesias, se debió a que “nosotros” todavía no habíamos regresado. A renglón seguido rectificó su plural mayestático y pontifical y pasó al “yo” -solo yo- no había regresado. Naturalmente, el retorno del biberón supondrá que Podemos triplicará en intención de voto.

Pero aun con todo, el simplón, pero peligroso, Pedro Sánchez, resulta mucho más preocupante. De entrada, le ha robado la cartera al pedantón de Pablo Iglesias. El PSOE ganará por goleada si Sánchez consigue mantener su hipócrita imagen de hombre moderado. Es más insensato que ZP.

El País, la voz de Moncloa, lo decía muy clarito el pasado lunes: “Sánchez pide el voto como el único partido moderado”.

Créanme: Iglesias no representa ningún peligro. El peligro es Sánchez, un insensato de grueso calibre con una sola idea en la cabeza: el odio a Cristo y a los cristianos.