Barack Obama (en la imagen) ha sido el peor presidente norteamericano desde el final de la II Guerra Mundial. Por su condición de primer presidente negro ha sido tratado con más delicadeza que nadie por los medios de todo el mundo. Con el cinismo y la chulería que le caracterizan, lágrimas de cocodrilo incluidas, y en su último tramo de su segunda legislatura, ha tenido otra intervención... lacrimógena: asegure que su gran frustración, tras ocho años en la Casa Blanca, ha consistido en no haber logrado reducir el uso de armas de fuego en Estados Unidos. Ya hemos dicho, que, en efecto, los fusiles automáticos y armas de fuego letales deben ser regulados. Pero asegurar que esto es su gran frustración, la de un presidente que comenzó su singladura en la Casa Blanca con la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio, que ha convertido el conflicto de Oriente Medio en la III Guerra Mundial, como dice el Papa Francisco, sólo que por trozos y etapas, que ha pagado con gasolina el incendio económico de la mayor especulación financiera de la historia (2008)… que nos diga que su gran frustración es esta nimiedad, eso sí, políticamente aprovechable… En fin, embustero hasta en su despedida. Y así, se ha rodeado de familiares de víctima de tiroteos en Estados Unidos, a pesar de que el último de ellos no fue obra de norteamericanos 'normales', sino de dos fanáticos musulmanes. Ese mismo fanatismo que él ha contribuido a expandir por el mundo con el fracaso de su primavera árabe. Hispanidad redaccion@hispanidad.com