Como la legislatura ya está vencida, los ministros de Rajoy se empeñan en plantear proyectos tan rimbombantes como vacíos. Por ejemplo, el titular de Sanidad, Alfonso Alonso (en la imagen), pretendía lanzar dos proyectos: mujer rural -más bien de agricultura, pero en fin- y brecha salarial entre hombre y mujer. Son dos de esos proyectos que tras los rencores de los dos primeros años, tanto gustan a Mariano Rajoy, deseoso de quitar aristas a su angulosa y desgranada figura electoral. El problema es que, en este punto, el de la brecha salarial, Alonso se ha encontrado, como el resto de demagogos que le han precedido, con un imposible: no existe la tal brecha salarial. Bueno sí, existe, como existen delitos en todo sector o actividad. Claro que las mujeres cobran menos que los hombres. En primer lugar, ocupan menos puestos directivos; en segundo lugar, la mujer afronta la rémora (normalmente es una rémora aunque humanamente resulte formidable) de la maternidad frente a la competencia del varón. Ahora bien, si no ocupan los mismos puestos es lógico que cobren menos que el varón. A igual categoría, igual salario, al menos en un trabajo reglado. Y si eso no se cumple, el empresario debería acabar en los tribunales. Y no, en el trabajo no reglado, no creo que, dada la atmósfera imperante, se discrimine a la mujer. Y el problema del demagogo Alonso es ese: que contra la brecha salarial no puede lucharse con el BOE, salvo en caso de ilegalidad manifiesta, casos que parecen mínimos. Lo que ocurre es que Alonso, como buen representante de esa derecha pagana que es el PP, ama el tópico sobre todas las cosas y entonces se ha visto obligado a lanzar una cruzada contra una brecha salarial que no existe. Pero la cruzada, cree él -otro error- le proporcionará votos al PP. Como si alguna feminista o feministo fuera a votar al PP. Hispanidad redaccion@hispanidad.com