La alcaldesa de Madrid persevera en su encomiable tarea de colapsar Madrid. Ahora le toca el turno de la A-5, carretera de Extremadura. Al fondo más de 1,5 millones de personas que, un día u otro, muchos de ellos todos los días, necesitan entrar en Madrid cada día.

En una autopista radial de esa relevancia a Carmena no se le ocurre otra cosa que convertirla en vía urbana, con semáforos, reducción de velocidad y, naturalmente, radar de tramo para poder recaudar multas.

Todavía no se ha puesto en marcha todo el programa y de lunes a viernes el colapso en la carretera es total: más cabreo popular y más contaminación.

Pero todo esto a Carmena no le importa porque, según ella, no está pasando nada y además lo han solicitado la Asociación de Vecinos del Batán, es decir, una asociación podemita dedicada a fastidiar al prójimo.

Y doña Manuela es la favorita para ocupar, de nuevo, cargo en la Alcaldía. Que no nos pase nada.