El presidente, Abdelfatah al Sisi -llegó al poder a través de un golpe de Estado- ha aprovechado que el Nilo pasa por El Cairo para hacer de su capa un sayo. Y es que no se entiende de otra manera que Al Sisi (en la imagen) ratifique una norma que se escuda en la protección a las fuerzas de seguridad para obligar a los periodistas, paralelamente, a que no contradigan las versiones oficiales en sus informaciones. Es decir, para restringir la libertad de prensa. Está muy bien que se persiga a los terroristas -¡que desafío tan necesario!- y que se aumenten las penas por esos delitos, pero eso no tiene nada que con el ejercicio libre de una profesión crítica como la periodística. La apología al terror ya está suficientemente penada en la Constitución egipcia. Hispanidad redaccion@hispanidad.com