Estas dos religiosas entienden de una manera progresista el voto de obediencia. En el que -dicho sea de paso- creen firmemente: ambas están convencidas de que consiste en que el mundo obedezca sus instrucciones y su novedosísima doctrina eclesial, a medio camino entre Pablo Iglesias, Ada Colau y Belén Esteban. La petarda de la Forcades asegura que va a abandonar -no sabemos si temporalmente, porque esta petarda lo de la entrega tampoco lo tiene claro- el convento para presentarse a las elecciones por una formación independentista. La otra petarda, Lucía Caram, apunta más alto: precisamente va a debatir con Artur Mas y Xavier Trías (un debate apasionante sin duda) sobre las próximas elecciones. El Vaticano le ha dicho que se esté en su sitio, en el convento, pero ella apela a la "radicalidad evangélica" y exige ser recibida por el Papa Francisco. Estas dos monjas petardas necesitan un cuarto voto: el de humildad. Por de pronto, se quedan en petardas. Hispanidad redacción@hispanidad.com