Una humorista presenta como broma -¡qué chispa!- la decapitación de Donald Trump. Luego se queja de que el malvado presidente puede acabar con su carrera profesional. ¿Y le extraña? Un voluntario de Bernie Sanders, el Pablo Iglesias de EEUU, se lía a tiros con congresistas republicanos y deja a uno en estado crítico. Es que estaba obsesionado con Donald Trump. No me extraña. La mala leche que provocan los chicos del Nuevo Orden Mundial (NOM) -verdaderos sembradores de odio- es increíble. E insisto: si Trump cae, que Dios nos pille confesados. Donald Trump no es Terminator, sino Negociator. Y no provocará la III Guerra Mundial. Sus enemigos sí. Hispanidad redaccion@hispanidad.com