El Discurso de Navidad de Su Majestad, Felipe VI (en la imagen),no sólo fue una colección de lugares comunes sino que, además, le pasó la mano por el lomo a la progresía, en especial, a la mal llamada cultura de género. Además, confundió principios con finales. Por ejemplo, animó a los españoles a luchar por los valores cívicos, como el diálogo y el pluralismo. Majestad: el diálogo y el pluralismo no son principios, son finales. El pluralismo es el final de un camino que empieza por el principio cristiano de que el hombre es sagrado por ser hijo de Dios, por tanto, un sujeto digno de ser escuchado y respetado aunque –pluralismo- no nos guste nada lo que diga. Por lo demás, Majestad, deje de alabar a los progres y despreciar a los cristianos. Entre otras cosas, porque los progres no son monárquicos. Y por cierto, los católicos amamos la bandera europea... porque no deja de ser la bandera de la Inmaculada. Pero Señor, es usted Rey de España, no de Europa. Hispanidad redaccion@hispanidad.com